TEJIENDO REDES EN EL ENTRAMADO DE LA VIDA
Con seguridad todos sabemos lo que significa tejer, pero para mejor
comprensión del tema, veamos su
definición de acuerdo al diccionario:
“Entrelazar hilos o fibras,
mecánicamente o a mano, para
formar un tejido o hacer un objeto
determinado.”
Su resultado es el tejido.
Así, se tejen prendas de vestir y de
abrigo en cuanto nos referimos a la
lana, al hilo, etc. Las hay de forma
artesanal, o industrial. Las primeras
generalmente son elaboradas por mamá, una tía, la abuela, o una amiga, con el
valor agregado de unas cálidas manos que colocan cariño al hacerlas.
Las otras, son hechas por máquinas especializadas y su producción es en serie.
También se puede tejer con otros materiales y que tienen diferentes utilidades,
como son los cestos de mimbre, las redes de
pesca, etc.
Pero no todas las personas se dedican profesionalmente a tejer o tienen este
oficio o actividad por hobby, o como forma de distenderse.
Lo interesante es, que a pesar de lo que parece: todos tejemos.
Sí, todos
somos tejedores de algo.
Tejemos sueños, solos o en compañía: basta con imaginarnos a nosotros
mismos, o con nuestras parejas, con amigos, planificando el futuro, pensando
qué queremos hacer con nuestras vidas, metas a alcanzar, qué tipo de trabajo
nos gustaría tener, a dónde deseamos viajar, qué lugar nos agradaría para vivir,
etc.
En otras ocasiones ocurre que tejemos otro tipo de aspecto: los enredos, sean
estos de forma consciente o no. A veces un comentario equivocado en el
momento menos apropiado o a la
persona incorrecta, una respuesta
brusca o un gesto despectivo y ya
está: tenemos lío en puerta. No
importa si es en la familia, el trabajo o
en el círculo de amigos.
Lo que sí, seguramente se da muy a
menudo, es encontrarnos con
tejedores “profesionales” en esa materia…
Hay personas tejedoras de tretas, de artimañas, de maniobras fraudulentas,
aquellos cuyo “material para tejer”, parecería venir con un manual detallado de
cómo realizar la “prenda” sin cometer el menor error. Pero, a pesar de tan
minucioso trabajo, a veces, algún “punto se les escapa”… y todo termina por
descubrirse.
Tejemos conversaciones casi todo el tiempo: hablamos y hablamos sin parar, y
así construimos con unos, un tejido de opiniones, con otros de enseñanzas, de
críticas, de negocios, de consejos, de relaciones y podríamos continuar con una
extensa lista de elementos.
Y así sin darnos cuenta…., nos vamos convirtiendo en expertos tejedores.
Algunas veces, de forma sutil y otras no tanto, se van tejiendo vínculos, los que
a veces entrelazamos de tal manera, que parece que hemos perdido el “derecho
y el revés” de la prenda. Y mejor ni hablar, cuando queremos des-hacerla…
deshacer el vínculo, ya sea para crear “otro” o simplemente “guardar el material
para tejerlo en otra ocasión”, porque “ahora no es el momento”… no me siento
con ganas de volver a empezar otra relación….
Decidimos el “tipo” de tejido que queremos realizar, porque bien puede tratarse
de una prenda para abrigarnos, sentirnos cómodos, como: una “manta de
afectos”, o un tapiz fuerte y bonito que colocar en la pared del living, hecho de
un material resistente al tiempo y del que nos sintamos orgullosos de poseer y
mostrarles a los demás: el “tapiz de un título,” o la alfombra en la que limpiamos
nuestros pies antes de entrar a casa, y es la que hacemos cuando tejemos la
“alfombra de las críticas” hacia otra persona, ya que la persona que resulta
criticada, por la general, termina hecha un “felpudo” con los comentarios
realizados.
Y últimamente, la mayoría se ha encaminado a tejer otro tipo de prenda, de
punto más abierto, una prenda más suelta, que al mismo tiempo sea lo
suficientemente fuerte como para sostenernos y que no nos deje caer en el
vacío, o para decir lo que sentimos y no tenemos a quien, o porque nos
sentimos solos y sabemos que si la usamos, podemos compartir con otros
nuestra soledad, o simplemente porque estamos aburridos, cuando no se trata
de ser especialistas (chusmas) de la vida de los demás.
A veces “nos la ponemos” cuando nos gusta opinar sobre lo que escuchamos en
radio, televisión o bien si se trata de un tema que nos pre-ocupa y, queremos
hacer “oír” nuestra voz. Justo en esos momentos y quizás en otros más que no
hemos mencionado, es cuando estamos tejiendo en conjunto, una red.
Si leemos la definición de red encontramos lo siguiente: “Malla de hilos,
cuerdas, alambres, fibras sintéticas, etc.; tiene diferentes usos y funciones según
el material empleado en su confección, su forma y su tamaño.”
En el día a día, en el transcurso de
cada jornada, todas estas tramas
mencionadas, todos estos motivos,
entrelazados, generan ni más ni menos
a las tan famosas: redes sociales de
internet y las del tipo casero también.
Somos invitados a participar en ellas, a tejerlas, donde las queramos imaginar,
donde se nos ocurra: avisos publicitarios, celulares, sitios web, etc. Y en el caso
de las “otras”, las del tipo casero: en casa, con el vecino, en el superviviente
almacén, en el trabajo, etc.
De todas formas, si bien estas redes tienen un fuerte componente global, no
son el único tipo de red que nosotros podemos tejer. Todo depende del lugar
que ocupamos en la sociedad, porque hay gente con maestría y postgrados en
ciertas materias en particular, muy, pero muy
bien preparadas…
Existen las redes políticas, corporativistas,
ecologistas, religiosas, criminalistas y tantas
más como estemos dispuestos a crear, a
inventar, a dar rienda suelta a nuestra
imaginación,…
Pero, las que más me atraen a mí,
particularmente, son aquellas que
como especie, tenemos todos en
común, nadie queda fuera de su
alcance, porque vienen con nosotros al
nacer y perduran en función de cómo
las utilicemos. Pueden sorprendernos
mucho, porque no las tenemos en cuenta, ya que no solemos percibirlas con
nuestros sentidos directamente, y siempre están allí…Su importancia es tal, que,
sin su presencia, no podríamos hacer nada. Son las que están tejidas dentro de
nosotros: las silenciosas llamadas redes neuronales.
Estas redes son las que generan todo nuestro accionar cotidiano: pensar,
hablar, comer, tejer, aprender, reaccionar, caminar, sentirnos felices, tristes,
asustados, miedosos, amados, protegidos, acorralados, furiosos. Son las que
intervienen en nuestras decisiones, colaboran frente a los desafíos, nos indican
qué camino tomar, qué cosas dejar, cómo sobrellevar o superar una situación.
Su campo de acción es muy abarcativo y tan influyente en nuestra conducta,
que a su vez sin darnos cuenta, nos
lleva a tejer otra red, vital: la llamada red anímica familiar.
Una red que nos permite
relacionarnos con nuestros familiares
y parientes más cercanos de forma
tal, que como seres, no nos sintamos abandonados… son extensiones de
nuestros pensamientos y sentimientos que se entrelazan y se tienden como los
tentáculos de un pulpo…
Como nada es casualidad, todo este entramado nos dirige a construir una
“prenda” de mayor volumen aún, que vamos a preferir llamar, entretejido: el entre-tejido de la sociedad, que implica algo superior, y son todas las tramas
sociales entrelazadas, como una extensísima red de redes en la que todos
participamos, donde estamos todos los seres involucrados, interrelacionados, de
todos los credos, razas, intereses, como partes de un todo.
Nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestros anhelos, nuestras
intenciones, deseos, tejen, y tejen y cuánto más lo hacemos, vamos generando
esa gran, gran prenda, que nos envuelve e incluye a todos, como un gran
manto…. Es la gran Red Colectiva, conformada por el campo emocional
colectivo y mental colectivo. Son campos sutiles muy fuertes, muy poderosos, de
los cuales la gran parte de la humanidad desconoce y en los cuales nos
afectamos los unos a los otros, sin conocernos, sin importar en qué parte del
planeta nos encontremos. Esta red colectiva conformada por esos campos
emocional-mental regula ciertos patrones conductuales de masas.
Con esa gran red, entretejemos pueblos, naciones, culturas, entretejemos el
futuro, entretejemos generaciones, entretejemos la evolución de toda una raza que de nosotros depende mejorarla, según el tipo de material que utilicemos para construirla, nuestra buena disposición y la sana intención para transformarla en una prenda de excelente “calidad” superior, y si logramos
tomar consciencia de este “tapiz planetario”, entonces, caeremos en la cuenta de
que lo que en realidad, estamos entretejiendo… es al mismo UNIVERSO, que
nos contiene, que está en permanente cambio y que a la vez, está integrado por
vastísimas redes de redes de inimaginables mundos y estrellas, sistemas y
galaxias, con quienes compartimos y colaboramos en la única tarea del Gran
Tejedor, la VIDA.
Al fin de cuentas, TODOS SOMOS UNO.