martes, 1 de septiembre de 2020

Los Niños 

En una tarde nublada y fría, dos niños patinaban sin preocupación sobre una laguna congelada. De repente el hielo se rompió, y uno de ellos cayó al agua. El otro agarró una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas, hasta que logró quebrarlo y así salvar a su amigo. Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaron: “¿Cómo lo hizo? El hielo está muy grueso, es imposible que haya podido quebrarlo con esa piedra y sus manos tan pequeñas...” En ese instante apareció un abuelo y, con una sonrisa, dijo: —Yo sé cómo lo hizo. — ¿Cómo? —le preguntaron. —No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.

 "Si lo puedes imaginar, lo puedes lograr". Einstein 




Vivir el presente 

Un hombre se le acercó a un sabio anciano y le dijo: -Me han dicho que tú eres sabio…. Por favor, dime qué cosas puede hacer un sabio que no está al alcance de las demás de las personas. El anciano le contestó: cuando como, simplemente como; duermo cuando estoy durmiendo, y cuando hablo contigo, sólo hablo contigo. Pero eso también lo puedo hacer yo y no por eso soy sabio, le contestó el hombre, sorprendido. Yo no lo creo así, le replicó el anciano. Pues cuando duermes recuerdas los problemas que tuviste durante el día o imaginas los que podrás tener al levantarte. Cuando comes estás planeando lo que vas a hacer más tarde. Y mientras hablas conmigo piensas en qué vas a preguntarme o cómo vas a responderme, antes de que yo termine de hablar. El secreto es estar consciente de lo que hacemos en el momento presente y así disfrutar cada minuto del milagro de la vida.


El paquete de galletas

Había una vez una señora que debía viajar en tren. Cuando la señora llegó a la estación, le informaron de que su tren se retrasaría aproximadamente una hora. Un poco fastidiada, se compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua. Buscó un banco en el andén central y se sentó, preparada para la espera. Mientras ojeaba la revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario. De pronto, sin decir una sola palabra, estiró la mano, tomó el paquete de galletas, lo abrió y comenzó a comer. La señora se molestó un poco; no quería ser grosera pero tampoco hacer de cuenta que nada había pasado. Así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete, sacó una galleta y se la comió mirando fijamente al joven. Como respuesta, el joven tomó otra galleta y, mirando a la señora a los ojos y sonriendo, se la llevó a la boca. Ya enojada, ella cogió otra galleta y, con ostensibles señales de fastidio, se la comió mirándolo fijamente. El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora estaba cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente. Finalmente, ella se dio cuenta de que sólo quedaba una galleta, y pensó: “No podrá ser tan caradura” mientras miraba alternativamente al joven y al paquete. Con mucha calma el joven alargó la mano, tomó la galleta y la partió en dos. Con un gesto amable, le ofreció la mitad a su compañera de banco. -¡Gracias! -dijo ella tomando con rudeza el trozo de galleta. -De nada -contestó el joven sonriendo, mientras comía su mitad. Entonces el tren anunció su partida. La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón. Desde la ventanilla, vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó: “¡Qué insolente y mal educado! ¡Qué será de nuestro mundo!” De pronto sintió la boca reseca por el disgusto. Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó estupefacta cuando encontró allí su paquete de galletas intacto. 

Reflexión: Cuántas veces nuestros prejuicios y decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a los demás y cometer graves equivocaciones. Cuántas veces la desconfianza, ya instalada en nosotros, hace que juzguemos arbitrariamente a las personas y las situaciones, encasillándolas en ideas preconcebidas alejadas de la realidad. Por lo general nos inquietamos por eventos que no son reales y nos atormentamos con problemas que tal vez nunca van a ocurrir. 

Dice un viejo proverbio: “Peleando, juzgando antes de tiempo y alterándose no se consigue jamás lo suficiente; pero siendo justo, cediendo y observando a los demás con una simple cuota de serenidad, se consigue más de lo que se espera”.


Pasajeros viajarán solo sentados en el sistema de transporte de Quito

lunes, 31 de agosto de 2020

 TEJIENDO REDES EN EL ENTRAMADO DE LA VIDA 

Con seguridad todos sabemos lo que significa tejer, pero para mejor comprensión del tema, veamos su definición de acuerdo al diccionario: “Entrelazar hilos o fibras, mecánicamente o a mano, para formar un tejido o hacer un objeto determinado.” 

Su resultado es el tejido

Así, se tejen prendas de vestir y de abrigo en cuanto nos referimos a la lana, al hilo, etc. Las hay de forma artesanal, o industrial. Las primeras generalmente son elaboradas por mamá, una tía, la abuela, o una amiga, con el valor agregado de unas cálidas manos que colocan cariño al hacerlas. Las otras, son hechas por máquinas especializadas y su producción es en serie. 

También se puede tejer con otros materiales y que tienen diferentes utilidades, como son los cestos de mimbre, las redes de pesca, etc. 

Pero no todas las personas se dedican profesionalmente a tejer o tienen este oficio o actividad por hobby, o como forma de distenderse. 

Lo interesante es, que a pesar de lo que parece: todos tejemos

Sí, todos somos tejedores de algo. Tejemos sueños, solos o en compañía: basta con imaginarnos a nosotros mismos, o con nuestras parejas, con amigos, planificando el futuro, pensando qué queremos hacer con nuestras vidas, metas a alcanzar, qué tipo de trabajo nos gustaría tener, a dónde deseamos viajar, qué lugar nos agradaría para vivir, etc. 

En otras ocasiones ocurre que tejemos otro tipo de aspecto: los enredos, sean estos de forma consciente o no. A veces un comentario equivocado en el momento menos apropiado o a la persona incorrecta, una respuesta brusca o un gesto despectivo y ya está: tenemos lío en puerta. No importa si es en la familia, el trabajo o en el círculo de amigos. Lo que sí, seguramente se da muy a menudo, es encontrarnos con tejedores “profesionales” en esa materia… 

Hay personas tejedoras de tretas, de artimañas, de maniobras fraudulentas, aquellos cuyo “material para tejer”, parecería venir con un manual detallado de cómo realizar la “prenda” sin cometer el menor error. Pero, a pesar de tan minucioso trabajo, a veces, algún “punto se les escapa”… y todo termina por descubrirse. 

Tejemos conversaciones casi todo el tiempo: hablamos y hablamos sin parar, y así construimos con unos, un tejido de opiniones, con otros de enseñanzas, de críticas, de negocios, de consejos, de relaciones y podríamos continuar con una extensa lista de elementos. 

Y así sin darnos cuenta…., nos vamos convirtiendo en expertos tejedores. 

Algunas veces, de forma sutil y otras no tanto, se van tejiendo vínculos, los que a veces entrelazamos de tal manera, que parece que hemos perdido el “derecho y el revés” de la prenda. Y mejor ni hablar, cuando queremos des-hacerla… deshacer el vínculo, ya sea para crear “otro” o simplemente “guardar el material para tejerlo en otra ocasión”, porque “ahora no es el momento”… no me siento con ganas de volver a empezar otra relación…. 

Decidimos el “tipo” de tejido que queremos realizar, porque bien puede tratarse de una prenda para abrigarnos, sentirnos cómodos, como: una “manta de afectos”, o un tapiz fuerte y bonito que colocar en la pared del living, hecho de un material resistente al tiempo y del que nos sintamos orgullosos de poseer y mostrarles a los demás: el “tapiz de un título,” o la alfombra en la que limpiamos nuestros pies antes de entrar a casa, y es la que hacemos cuando tejemos la “alfombra de las críticas” hacia otra persona, ya que la persona que resulta criticada, por la general, termina hecha un “felpudo” con los comentarios realizados. 

Y últimamente, la mayoría se ha encaminado a tejer otro tipo de prenda, de punto más abierto, una prenda más suelta, que al mismo tiempo sea lo suficientemente fuerte como para sostenernos y que no nos deje caer en el vacío, o para decir lo que sentimos y no tenemos a quien, o porque nos sentimos solos y sabemos que si la usamos, podemos compartir con otros nuestra soledad, o simplemente porque estamos aburridos, cuando no se trata de ser especialistas (chusmas) de la vida de los demás. 

A veces “nos la ponemos” cuando nos gusta opinar sobre lo que escuchamos en radio, televisión o bien si se trata de un tema que nos pre-ocupa y, queremos hacer “oír” nuestra voz. Justo en esos momentos y quizás en otros más que no hemos mencionado, es cuando estamos tejiendo en conjunto, una red

Si leemos la definición de red encontramos lo siguiente: “Malla de hilos, cuerdas, alambres, fibras sintéticas, etc.; tiene diferentes usos y funciones según el material empleado en su confección, su forma y su tamaño.” 

En el día a día, en el transcurso de cada jornada, todas estas tramas mencionadas, todos estos motivos, entrelazados, generan ni más ni menos a las tan famosas: redes sociales de internet y las del tipo casero también. 

Somos invitados a participar en ellas, a tejerlas, donde las queramos imaginar, donde se nos ocurra: avisos publicitarios, celulares, sitios web, etc. Y en el caso de las “otras”, las del tipo casero: en casa, con el vecino, en el superviviente almacén, en el trabajo, etc. 

De todas formas, si bien estas redes tienen un fuerte componente global, no son el único tipo de red que nosotros podemos tejer. Todo depende del lugar que ocupamos en la sociedad, porque hay gente con maestría y postgrados en ciertas materias en particular, muy, pero muy bien preparadas… 

Existen las redes políticas, corporativistas, ecologistas, religiosas, criminalistas y tantas más como estemos dispuestos a crear, a inventar, a dar rienda suelta a nuestra imaginación,… 

Pero, las que más me atraen a mí, particularmente, son aquellas que como especie, tenemos todos en común, nadie queda fuera de su alcance, porque vienen con nosotros al nacer y perduran en función de cómo las utilicemos. Pueden sorprendernos mucho, porque no las tenemos en cuenta, ya que no solemos percibirlas con nuestros sentidos directamente, y siempre están allí…Su importancia es tal, que, sin su presencia, no podríamos hacer nada. Son las que están tejidas dentro de nosotros: las silenciosas llamadas redes neuronales

Estas redes son las que generan todo nuestro accionar cotidiano: pensar, hablar, comer, tejer, aprender, reaccionar, caminar, sentirnos felices, tristes, asustados, miedosos, amados, protegidos, acorralados, furiosos. Son las que intervienen en nuestras decisiones, colaboran frente a los desafíos, nos indican qué camino tomar, qué cosas dejar, cómo sobrellevar o superar una situación. 

Su campo de acción es muy abarcativo y tan influyente en nuestra conducta, que a su vez sin darnos cuenta, nos lleva a tejer otra red, vital: la llamada red anímica familiar. 

Una red que nos permite relacionarnos con nuestros familiares y parientes más cercanos de forma tal, que como seres, no nos sintamos abandonados… son extensiones de nuestros pensamientos y sentimientos que se entrelazan y se tienden como los tentáculos de un pulpo… 

Como nada es casualidad, todo este entramado nos dirige a construir una “prenda” de mayor volumen aún, que vamos a preferir llamar, entretejido: el entre-tejido de la sociedad, que implica algo superior, y son todas las tramas sociales entrelazadas, como una extensísima red de redes en la que todos participamos, donde estamos todos los seres involucrados, interrelacionados, de todos los credos, razas, intereses, como partes de un todo. 

Nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestros anhelos, nuestras intenciones, deseos, tejen, y tejen y cuánto más lo hacemos, vamos generando esa gran, gran prenda, que nos envuelve e incluye a todos, como un gran manto…. Es la gran Red Colectiva, conformada por el campo emocional colectivo y mental colectivo. Son campos sutiles muy fuertes, muy poderosos, de los cuales la gran parte de la humanidad desconoce y en los cuales nos afectamos los unos a los otros, sin conocernos, sin importar en qué parte del planeta nos encontremos. Esta red colectiva conformada por esos campos emocional-mental regula ciertos patrones conductuales de masas. 

Con esa gran red, entretejemos pueblos, naciones, culturas, entretejemos el futuro, entretejemos generaciones, entretejemos la evolución de toda una raza que de nosotros depende mejorarla, según el tipo de material que utilicemos para construirla, nuestra buena disposición y la sana intención para transformarla en una prenda de excelente “calidad” superior, y si logramos tomar consciencia de este “tapiz planetario”, entonces, caeremos en la cuenta de que lo que en realidad, estamos entretejiendo… es al mismo UNIVERSO, que nos contiene, que está en permanente cambio y que a la vez, está integrado por vastísimas redes de redes de inimaginables mundos y estrellas, sistemas y galaxias, con quienes compartimos y colaboramos en la única tarea del Gran Tejedor, la VIDA. 

Al fin de cuentas, TODOS SOMOS UNO.

Los Niños   En una tarde nublada y fría, dos niños patinaban sin preocupación sobre una laguna congelada. De repente el hielo se rompió, y u...